Te confieso que, para mí,
es un misterio tu cultura.
Vivimos en la misma Tierra,
pero vemos distintas lunas.
Para ti el azul lo es todo,
para mí, un color como cualquier otro.
De mis abuelos nunca
oí historias ni relatos.
Tampoco caminé con ellos
entre robles, arrayanes.
Ellos no recogían hierbas para sanar el cuerpo,
los míos iban al médico,
y en la botica los remedios.
En la sensibilidad de tu pluma,
siento el legado ancestral de tu pueblo.
La fuerza y valor que les da el terruño,
y el espíritu de sus muertos.
Mi pluma es no azulada,
el color nace libre en cada palabra.
Tú eres naturaleza.
Estás hecho de tormentas y arreboles.
En tu sangre están las aves,
te alimentas de lluvias torrenciales.
Tus versos huelen a humedad,
a pan al rescoldo, a humo y fuego.
En mi sangre hay mar y ciudad.
Estoy hecha de edificios, calles,
autos, jardines y flores.
Jugué en la arena, en las rocas,
en la plaza de mi barrio,
pero no huelo a sal ni a pasto.
Elicura, mari mari, tus diez y mis diez.