Cuando las certezas se esfuman,
las siluetas son sombras,
los sonidos susurros.
Cuando las palabras no bastan,
quisiéramos inventar otras
más precisas, que digan
lo que se calla.
Cuando crees que no existe
un vivir distinto y ves pasar
los otoños, uno tras otro,
esperando los no sé qué,
los no sé dónde, los no sé cuánto.
Cuando sigues sin tomar decisiones,
abrir puertas, dar pasos.
Cuando no escuchas lo que algunos cantan
lo que otros escriben,
tampoco a los generosos
que muestran sus almas.
Entonces, dando alaridos
surge tu voz desde las entrañas.
La paz, que vivía entre
silencios vacíos,
te quita el miedo.
Comienza el encuentro
con nuestros propios misterios;
lo que siempre estuvo,
lo que nunca vimos.