Cuarentena días en el desierto

July 17, 2020
Cuarentena

Esta cantidad de días pasó Jesús en el desierto. Se retiró voluntariamente para estar en silencio y oración; necesitaba prepararse para lo que vendría. Según la Biblia, fue tentado tres veces por el demonio y comió solo pan y agua. Guardando las proporciones a todo nivel, en mi experiencia de confinamiento hay algunas semejanzas con la suya.

           En cuanto al retiro voluntario y necesidad de aislarse, hace varios años vengo sintiendo que me gusta el silencio y la soledad. Sí, me gusta, es más, la necesito. ¿Será porque llevo 34 años de casada con el mismo hombre, tuve siete hijos y una vida intensa como madre “activa” muchos años? Que durante toda mi vida he ido cultivando amistades: en el colegio, la universidad, vecinos, primos, trabajos varios, amigas de la vida. A esto súmele, cinco hermanos, mi mamá, nueras, yerno, ahora mis tres nietos y familia ampliada y que todas ellas requieren de tiempo y dedicación, para mantener el vínculo. El detalle es que las energías son limitadas. Me explico mejor. A estas alturas, tengo la sensación de que mi cuota de vínculos sociales está cubierta. Digamos que ya no quiero ni necesito más amigos. Suena medio soberbio y llama la atención que lo diga yo, después de ser reconocida como una persona esencialmente sociable. Sin embargo, es la pura verdad.

Ahora, pensándolo bien, y siendo honesta conmigo misma, estar cuarenta días sola me parece mucho, no sé, quizás con unos cinco ampliables a siete, sería perfecto.

           Con respecto al pan y al agua, la cosa cambia un poco. En estos días tanto yo, como el resto de la familia que vive en la casa, marido y tres hijos, se ha consumido bastante pan, hemos agregado queques, kuchen y postres varios.Asados, platos gourmet, algo de comida rápida, es decir, por este lado, nada de ayuno; hambre no se ha pasado. Pienso que varios vamos a salir fortificados de esta cuarentena, y una de ellas me tinca que voy a ser yo.

En cuanto al agua, la cosa también tiene sus bemoles. Agua, como agua pura que sale de la llave, poco, a lo más en hielo, que también es un producto muy solicitado. Pero si nos referimos a otros líquidos, eso sí se ha ingerido. Que la “chela heladita”, que el “vinito conversado”, “el traguito y la piscola para la tensión”, digamos que sed, como la de nuestro Señor Jesucristo, por aquí no.

En el asunto de las tentaciones del demonio, vamos mejor. Las de Jesús fueron tres, y las mías solo dos. ¡Uf!  

           La primera. Las malditas papas fritas Lay´s artesanales con sal de mar…Miro el paquete y se me aparece la cara de Satanás mirándome con una sonrisa malévola y diciéndome al oído, suavecito: “Dale no más, qué importa, date un gusto, te lo mereces, total mañana con que limpies los vidrios de toda la casa, estás lista…” y, qué hago yo, le encuentro toda la razón y, vamos comiendo como si no hubiera un mañana.

Otra pesadilla de mis tentaciones es el queque. ¿Por qué tengo que hacerle caso a mi marido y a los niños? —Ya mamá, juégatela y hazte un queque, eres la única que le queda bien—me dicen para convencerme y mi autoestima sube varios puntos. Entonces junto los ingredientes y empiezo con la preparación. Hasta ahí todo bien, el tormento viene cuando está listo y lo saco del horno y viene otra pregunta: ¿Quién se come el queque? Exacto, yo. A ver, voy a precisar un poco. No todo, pero cada vez que entro a la cocina, que son varias veces al día, lo miro ahí en la fuente, lindo, doradito, cubierto de azúcar flor, y además, justo, no sé porqué, siempre hay un cuchillo al lado listo para cortar un pedacito. Vuelvo a oír la misma voz seductora y convincente. Trato de distraerme y cambiar de tema, pero la fuerza de atracción me supera y caigo redonda. “Mañana corto el pasto, barro las hojas, podo todo lo que encuentre y no almuerzo”, pa´dentro miercale.

La cosa es que Jesús resistió. Yo, cero, al revés; no limpio los vidrios, ni trabajo en el jardín…

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